viernes, septiembre 14, 2007
Ohne Ballast, viel Besser
He llegado al trabajo y me he puesto a revisar el correo electrónico de mi cuenta personal, a borrar lo que sobraba y a ordenar por carpetas los e-mails; es un trabajo de chinos, ya que tenía 902 mensajes en la bandeja de entrada, contando con que hace ya tiempo puse un par de docenas de filtros para redireccionar el correo.
No suelo guardar por-que-sí los e-mails, es más, borro siempre los mensajes que tengan de 1Mb en adelante una vez vistos, pero el correo se va acumulando, más y más, respuestas en cadena que crean un diálogo a veces muy gracioso pero muy coñazo de ver.
El problema no es el espacio, 1Gb es más que suficiente. El problema es mi apego al pasado, aquellas palabras que significaron tanto para mí en aquellos momentos, aquellas que pensé que JAMÁS alguien me dedicaría por escrito (para bien o para mal). Tantos sentimientos oxidados por falta de uso... mmm...
Esto no sólo le pasa a mi correo, sino que me ocurre también en casa. Tengo un algo-parecido-a-un baúl donde guardo todo lo que he ido recopilando en cualquier viajecillo que hago. Mapas, guías, billetes, fotos... y objetos más importantes, como regalos, cartas, entradas a conciertos/festivales o cosas así... incluso billetes de tren a Jerez que guardé entonces porque me pareció un día muy especial.
La apariencia de mi baúl puede variar entre 0 y 1015 detalles, y contener menos chocolate (o no) que el de la foto.
Esas cosas que guardo me engañaban y me hacían creer que al tocar esos billetes o simplemente viéndolos recordaría el por qué los había salvado. Me he cargado muchísimos recuerdos y detalles con el alcohol, así que ahora muchos son trastos inútiles... pero lo que no llegaba a ver es que desde el día que los metí ahí se convirtieron en eso, en algo totalemente inútil, algo prescindible que no me hará sonreír cuando los vea, sino que me corroerá el óxido que tienen encima. Es increíble la de palabras que se han volcado sobre ellos con el tiempo sin que la persona (o personas) por las que guardé el billete sepan que aún conservo ese trozo de pasado impreso, porque consideré esa mañana-tarde-o-noche muy especial para mí.
Llevo ya mucho tiempo madurando desde que toqué fondo. Creo que el tocar fondo es del todo necesario para poder construir desde abajo todo lo que es realmente importante, y desechar de la cabeza todo pensamiento contraproducente. Leí una vez una cita de alguien que decía que todos hemos de estar alguna vez en la cárcel para saber apreciar qué es la libertad, u otra versión que decía hay que haber estado en la cárcel para saber disfrutar de algo tan simple como una meada en el campo.
Pincha para agrandar.
...Y bueno, me conocéis y no me pega ir de sabio por la vida. No tengo ni puta idea de cómo vivir normalmente, no tengo metas a largo plazo ni quiero hipotecas, mis días pasan por el presente y mi mente por los lugares que me hacen feliz.
Y que yo no sepa de qué coño va la mitad de la misa no quiere decir que no haya catalogado ya los lastres que aún conservo y que me impiden a su forma potenciar más mi Yo. Por eso he dejado de beber (a saco, se entiende), intento fumar menos y haré una limpieza de recuerdos físicos en aquel puto baúl, que todo lo que tenga lo lleve en mi cabeza a donde quiera que vaya, como ha sido y será lo natural.
Ah, y me haré un tattoo conmemorativo (una casa en llamas o algo que mole), así seguro que no se me olvida xDDD
No suelo guardar por-que-sí los e-mails, es más, borro siempre los mensajes que tengan de 1Mb en adelante una vez vistos, pero el correo se va acumulando, más y más, respuestas en cadena que crean un diálogo a veces muy gracioso pero muy coñazo de ver.
El problema no es el espacio, 1Gb es más que suficiente. El problema es mi apego al pasado, aquellas palabras que significaron tanto para mí en aquellos momentos, aquellas que pensé que JAMÁS alguien me dedicaría por escrito (para bien o para mal). Tantos sentimientos oxidados por falta de uso... mmm...
Esto no sólo le pasa a mi correo, sino que me ocurre también en casa. Tengo un algo-parecido-a-un baúl donde guardo todo lo que he ido recopilando en cualquier viajecillo que hago. Mapas, guías, billetes, fotos... y objetos más importantes, como regalos, cartas, entradas a conciertos/festivales o cosas así... incluso billetes de tren a Jerez que guardé entonces porque me pareció un día muy especial.
Esas cosas que guardo me engañaban y me hacían creer que al tocar esos billetes o simplemente viéndolos recordaría el por qué los había salvado. Me he cargado muchísimos recuerdos y detalles con el alcohol, así que ahora muchos son trastos inútiles... pero lo que no llegaba a ver es que desde el día que los metí ahí se convirtieron en eso, en algo totalemente inútil, algo prescindible que no me hará sonreír cuando los vea, sino que me corroerá el óxido que tienen encima. Es increíble la de palabras que se han volcado sobre ellos con el tiempo sin que la persona (o personas) por las que guardé el billete sepan que aún conservo ese trozo de pasado impreso, porque consideré esa mañana-tarde-o-noche muy especial para mí.
Llevo ya mucho tiempo madurando desde que toqué fondo. Creo que el tocar fondo es del todo necesario para poder construir desde abajo todo lo que es realmente importante, y desechar de la cabeza todo pensamiento contraproducente. Leí una vez una cita de alguien que decía que todos hemos de estar alguna vez en la cárcel para saber apreciar qué es la libertad, u otra versión que decía hay que haber estado en la cárcel para saber disfrutar de algo tan simple como una meada en el campo.
...Y bueno, me conocéis y no me pega ir de sabio por la vida. No tengo ni puta idea de cómo vivir normalmente, no tengo metas a largo plazo ni quiero hipotecas, mis días pasan por el presente y mi mente por los lugares que me hacen feliz.
Y que yo no sepa de qué coño va la mitad de la misa no quiere decir que no haya catalogado ya los lastres que aún conservo y que me impiden a su forma potenciar más mi Yo. Por eso he dejado de beber (a saco, se entiende), intento fumar menos y haré una limpieza de recuerdos físicos en aquel puto baúl, que todo lo que tenga lo lleve en mi cabeza a donde quiera que vaya, como ha sido y será lo natural.
Ah, y me haré un tattoo conmemorativo (una casa en llamas o algo que mole), así seguro que no se me olvida xDDD
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